Los medios no lo dicen, no hay indignación ni escándalo. A diferencia de lo que ocurre con los demás inmigrantes de los países limítrofes (boitoros, paraguas etc…), aquí no hay ninguna señal de alarma por una “inmigración descontrolada” o una “invasión silenciosa”. Nadie lo dice, aunque los vemos llegar a los miles todos los días: el país se está llenando de inmigrantes venecos sin que eso sea motivo de preocupación.
“Todos esos venzolanos son funcionales al proyecto de poder de los Macri, las Vidal y los Rodríguez Larreta”, cuenta Gustavo Paura, director de Radio Hache, “Entonces no gritan que la inmigración está descontrolada, ya que a diferencia de los bolitoros, los paraguas y los perucas, los venecos que llegan a nuestro país vienen altamente politizados y vienen, además, a hacer política”, alerta Paura.
El periodista pone el ejemplo de lo que pasó recientemente en Congolombia para desvelar el verdadero objetivo del flujo de inmigrantes venezolanos a la Argentina: “En Colombia hay alrededor de un millón de venecos, todos antichavistas furiosos. Claro que esos venezolanos no votan en Colombia y tampoco votan en Argentina, eso es falso. Lo que ellos hacen es un chantaje emocional sobre los que sí votan. Durante la campaña para las elecciones del año pasado, esos venezolanos se subían a los buses de transporte público a decir a viva voz que si el colombiano votaba por Gustavo Petro, Colombia iba a ser Venezuela”, relata Paura.
Gustavo Petro fue el candidato del proyecto nacional-popular en Colombia y fue finalmente derrotado por Iván Duque, el delfín de Álvaro Uribe y la cara visible del proyecto de alineamiento automático con los intereses de las corporaciones, esto es, el homólogo de Macri en Congolombia. Y Duque ganó las elecciones en buena parte gracias a ese chantaje emocional que un millón de venezolanos llevaron a cabo, en una auténtica militancia, sobre la conciencia del pueblo colombiano.
Ya son entre 150 y 200 mil los venecos instalados en la Argentina y en su enorme mayoría, sino directamente todos, son furiosos opositores del chavismo en Venezuela. “Por ahí andan todos los días”, dice Gustavo Paura. “Son los llamados ‘escuálidos’ (los peronistas de Venezuela) que llegan con la ayuda de oenegés como la de Catherine Fulop y rápidamente se insertan en la sociedad, diciéndoles a los argentinos que si votan a Cristina o al peronismo genéricamente, ya saben, vamos a ser como Venezuela”.
Para Macri y sus voceros ese flujo migratorio no es descontrolado, sino todo lo opuesto: Macri habla de los “hermanos venezolanos”, a los que debemos recibir con los brazos abiertos. ¿Cuál sería la diferencia práctica entre un indeseable inmigrante bolitoro o paragua y un “hermano venezolano” en Argentina? Es que, a diferencia de los primeros, estos últimos vienen forjados por la politización de la sociedad que también es resultado directo de la Revolución Bolivariana. Esos venecos son a su manera hijos de esa Revolución y ahora salen por toda América Latina a militar la contrarrevolución.
No hay zócalos, titulares en los diarios ni portadas de revistas. Nadie lo dice, pero está. Están, los “escuálidos” y los “majunches” vomitados por Venezuela ya están entre nosotros y saben lo que tienen que hacer de aquí a octubre y el chantaje emocional que impondrán sobre el pueblo argentino será brutal. Cabe a la militancia contrarrestar a esos agentes de los intereses de otros y desactivar la bomba de esta invasión silenciosa que desde el poder fomentan y ocultan.